Elogio de la voz que convida ficciones

por María Eugenia Forgue

no creo que comprendiera las palabras, pero sentí que algo me sucedía. Y no sólo afectaba a mi inteligencia sino a todo mi ser, a mi carne y a mi sangre.”

Jorge Luis Borges. El enigma de la poesía

La voz que convida cuentos, poesías, trabalenguas, jitanjáforas a les niñes es una voz generosa, que abre la ventana a todos los mundos y las puertas a la ciudad del estupor. Lleva consigo todo lo que la vida trae de nuevo. Conduce a cruzar el umbral hacia países de fronteras permeables en los que la fantasía suele colarse por las grietas de la realidad.

La voz que lee ficciones apaga las urgencias del mundo, invita a escabullirse de las rutinas, a habitar un tiempo de una consistencia diferente.

Permite el descubrimiento de lo más esencial de nuestra condición de hombres, simboliza la experiencia humana. Ayuda a levantar cosas tapadas, a fisurar lo que parece liso. Ofrece entrar en los recovecos que esconden las personas, los vínculos.

La voz que convida ficciones lleva a habitar las palabras, potenciar su dominio, sus matices. Abre huecos a la extrañeza, a los deslizamientos, las contorsiones, las claves ocultas… en esas coordenadas todas las libertades están permitidas.

Teje hilos invisibles, exorciza temores, depura tristezas, invita a caminar por túneles con antorchas, a asomarse a territorios peligrosos y a abismos sin el riesgo de caer; amortigua las aristas de la vida y crea ecos que resonarán cuando el espíritu vuelva a necesitarlos.

En latín “lectio” es lectura y también oportunidad. Que todes les niñes del mundo tengan la oportunidad de ser  abrazados por esa voz. Porque la voz que lee ficciones es una voz que promete esperanza, y llama a que seamos muchos los despiertos.

Para que el encuentro con la ficción poética sea un privilegio de todes.