Juan Félix Salinas: Esta es la historia que nadie conoce

por Juan Manuel Cuello

 

Hace algunos años, compartí un grato momento en el entonces café Patente con Carlos Falomir, quien me dejó algunas notas que él mismo había escrito de algunos personajes, lugares y episodios de la ciudad de Chascomús. Esta es una de ellas, la que habla sobre aquél personaje que deambulaba por las calles de la ciudad rodeado de silencio, intriga y misterio; pero también de bondad e inocencia.
El artículo fue publicado mientras aún vivía Juan Félix Salinas, por esa razón tal vez, es que algunos tiempos de la historia estén en presente. Decidimos no modificarlo, ya que el compromiso con el con el autor de estas notas, quien también ha partido a la eternidad, era transcribirlas tal cual fueron publicadas oportunamente. Vaya entonces este homenaje a ambos, quienes seguramente se han reunido en algún pedacito de cielo.
“Diariamente recorre las calles de la ciudad con su atado de trapos. Sobretodo largo, raído, pantalones rotos, barba. Mirada perdida, pasos rápidos. Sin hablarme me miró, se pasó las manos por la cara, acomodó su atado de frazadas, y volvió, a mi parecer, a su mundo brumoso y poblado de sombras. En verano como en invierno es posible verlo durmiendo en el Portal del Club Social, en el Cine Chascomús, o frente a la casa Alfonsín, lugares que le sirven de amparo tanto del frío como del calor. Es uno de los personajes que hoy más transita las calles de Chascomús.


Juan Félix Salinas nació el 26/06/1924 a las 17 horas. Era hijo natural de Vicenta Mercedes Salinas y en el Registro Civil, figuraba como su padre, su abuelo Martín Salinas. Su casa materna estaba ubicada en la intersección de Maipú y Washington.
Datos requeridos informan que nuestro citado personaje, en sus primeros años y siendo muy joven trabajó en el almacén de Regalía (hoy Casa Sotelo), ubicado en calle Belgrano, cuyo propietario era Ignacio Pascual Arreche y su señora esposa María. Tuvo como compañeros de trabajo a Pedro (Cara de Gato) González y a Juan (Serrucho) Dalla Vía. El calendario marcaba el año 42 o 43. Cumplía allí tareas de dependiente. Su trato con los clientes era cordial y sumamente respetuoso, por consiguiente se ganó el aprecio de patrones, compañeros y todos aquellos que conocieron sus relevantes cualidades, que lo definían como un hombre honrado y  trabajador.
Al margen de sus tareas diarias, una de sus pasiones era el armado de aquellas viejas radios que funcionaban con lámparas, labor que
cumplía con conocimiento e inteligencia. Al producirse el fallecimiento de su patrón, el Sr. Arreche, su viuda vende a la firma Rodríguez, ubicada en Libres del Sur y Maipú estanterías y elementos y moblajes de diversa índole, y con la referida operación, viene también el traspaso a esta firma, de los tres empleados mencionados. Estando desarrollando tareas en este rubro, al cabo de un año aproximadamente, comenzaron a producirse en Juan Salinas los primeros síntomas de declinación mental. Estaba ausente, casi no hablaba, empezó a faltar de a un día a sus tareas laborales, a las cuales, sus nuevos patrones comprendiendo que algo extraño estaba pasando en su cabeza, no fue reprendido, con la esperanza de que estos trastornos, pudieran disiparse y volver a su estado normal.
Sus compañeros también lo comprendieron y muchos de ellos lo invitaron a pasear por la orilla de nuestra laguna, tratando de averiguar ese cambio tan repentino de comportamiento. Nada consiguieron. El hermetismo por parte de él era total y absoluto.

Hasta que un día desapareció y ya no volvió más por allí. Posteriormente, ya sumido en el abismal mundo de la locura, empezó a vérselo como en el presente, en la calle, descuidado, hablando solo y durmiendo donde lo encontrara la noche. Muchas fueron las historias que se tejieron a su alrededor,hay quienes afirman que su locura fue producto del amor, de una novia que lo había dejado provocándole un gran dolor que lo llevó a ese estado de desequilibrio y abstracción. Las historias son muchas, y la fantasía y la imaginación de un pueblo es mucha cuando alguien modifica conductas o modos de vida. Tuvo varias y reiteradas internaciones en el Instituto para Enfermos Mentales de Melchor Romero, pero siempre lo volvíamos a ver, rapado, limpio en un principio para luego volver a esa vida de abandono, de soledad, de eterno caminante.

También las autoridades encargadas del área de bienestar social, lo recluyeron en el Hogar de Ancianos Municipal. Tampoco pudieron retenerlo allí, ya que siempre se escapaba y volvía a sus lugares de estadía, ya sea la arboleda de la chacra Gouillard, el tinglado del almacén de ramos generales Alfonsín, o cualquier recoveco que lo amparara. Nuestro pueblo lo apreció y mucho lo quiso y lo quiere. Fue y es
muy solidario con él, ya que nunca le faltó un plato de comida de la soguería Iñurrieta, de la familia Heguiabere en Alvear y Escribano, y
de muchos vecinos nuestros que tienen grandeza de bien y corazones limpios y puros .
En la actualidad quien le brinda también sus alimentos es la señora Mirta Mateyka de Brena, dueña de un restaurante ubicado en Libres
del Sur y Bolívar.
Qué insondable es a veces el alma de los hombres. Que designios ocultos pueden poblar su vida. Este personaje de hoy ya forma parte del corazón de un pueblo. ¿Quién sabe qué cosas pasan por su cabeza? ¡Nadie! Solo Dios. ¿Tiene algún momento de lucidez? Algunos creen que sí, porque dicen haberlo visto parado mirando su casa vieja, que aún existe, esperando ver salir a su madre. ¿Quién lo sabe? Tal vez su vida sea un sueño, del que todavía no despertó.
Puede que sea un sueño y como lo relata Calderón de la Barca en la Vida es Sueño:
Es verdad, pues reprimamos
esta fiebre condición,
esta fiebre, esta ambición,
y no obremos, pues estamos
en mundo tan singular
que el vivir solo es soñar
y la experiencia me enseña
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son.

Hoy, Juan Félix Salinas nos demuestra, desde su territorio de sombras, que su mente está pura porque no anida en ella, ni la
mezquindad ni el odio. Sólo la habita una nube blanca, y las nubes blancas siempre tachonan los cielos más limpios y también presagian los mejores torrentes de luceros.”

Fotos; Fernando Romero