por Pedro Echarren
A Lena
Tus ojos
son la piel que recubre mis alas
senderos de luna
de río que murmura a la noche.
Tu voz
además de tus ojos
son piel, átomo, arena, domo;
es la respiración de mi piel
el crujir de mis venas
el supurar y la cura de las heridas ;
los latidos, latidos de la tierra
de mis huellas marcando el rostro
de este sol
que me ilumina y quizás te ilumine
cómo a un charco o una estrella
vestida con tus harapos más simples
Anotación IV
El latido
de lo ahuecado de tu mirada
es como una marea
una luna que late
una barca, un faro, un océano
una isla, un brote, una raíz, un átomo.
Las grietas
que se abren en los rostros
son piel sobre piel
mano sobre mano
tus labios mojando mis labios
esa pulsión, que ancla en un desierto
entre catedrales y plegarias de arena
que van construyendo caricias
cómo un pie de barro
un lienzo o una sinfonía;
y entre pequeños silencios
se estrujan nuestros cuerpos
y la noche nos abraza
cómo a un ave en su nido
Tu voz
Tu voz
hace nacer mundos
dentro de otros mundos
hace brotar gargantas en el bosque
riega, crece en cántaros de mariposas.
Tu voz
es la voz de todo lo que se mueve
es el alfarero y el colibrí
la liebre y las luciérnagas
candor
serena noche con labios de estrella.
Gimen los rosados mundos
que ella acaricia
abarrotados los silencios, peregrinan
y el vientre de la luz
pasa a través de cada movimiento.
Tu voz
es la placenta de mis ojos
es mi voz y el sonido de los cuerpos estrujándose
tu voz
es, al fin, la huella
de todo lo que anda por esta tierra.