Recibimos la novela de Lía Chara. Aquí fragmentos de la obra, la contratapa de Gabriela Cabezón Cámara y nuestra ferviente recomendación de leer la obra de Lía.
AGUA (2021), de Lía Chara. Editado por Rosa Iceberg
Dice la contratapa:
Agua es una novela extraordinaria: un poema. Lía Chara se planta en este texto. Se planta como quien navega: con raíces que saben que las fronteras son un invento demasiado artificial. Se planta con raíces que se mecen y fluyen. Agua es poesía. Y es narrativa. Narrativa: la historia de una mujer, una trabajadora. De otra mujer, Flora, la única cuyo nombre se conoce en esta historia. Y de una tercera, la medusa que la primera de ellas va a conocer en una pileta. La historia de la trenza que arman con sus encuentros y desencuentros. Poesía: la historia de estas tres mujeres no se cuenta con secuencias lógicas. Nada de introducción, nudo y desenlace —tan parecida al sexo en la cabeza de un bodoque machirulo, esa idea de narrativa—. No: la historia sucede de imagen en imagen. Imágenes del dolor, del trabajo, del amor, de la soledad más sórdida, de los encuentros. Y las imágenes —claro, me dirán ustedes— están hechas de palabras. Pero lo que quiero decir es que las imágenes que hacen a las corrientes de esta Agua están hechas de palabras en un sentido fuerte. Cuando la lean, les va a sonar en la garganta, en el pecho, en las piernas, en el sexo: en el cuerpo entero. Es música Agua. Es música de la más hermosa que me haya tocado en los últimos años. Hermosísima.
Gabriela Cabezón Cámara
Fragmentos de Agua
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Cuando no hago pie, soy. Medio pez, liquen verde que flota sin marca.
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Me pienso sin brazos y procedo. Ambos estirados al costado del cuerpo con los codos por debajo de la cadera. Brazos largos y sin movimiento. Con piel que se estira y se seca de tanto estimarse. Torso. Giro hacia un lado y hacia otro con brazos desplegados. De a poco, acelero como aspas. Controlo y suelto. Brazos que vuelan. Chocan contra paredes. Ahora están flotando sobre el piso. Caen. Me inclino para agarrarlos, pero no sé cómo. Suspendo ejecución.
27
Observo frente al espejo ondas en el pelo. Son doradas. Imagino mi cuerpo dorado. Pienso en la mujer de labios transparentes que me acaricia la espalda con escamas. Respiro por branquia derecha y suelto por izquierda. Me duermo abrazada.
39
Camino tomada del borde con los hombros sumergidos. Hundo la cabeza y luego asomo. Estiro las piernas tratando de flotar. Bajo mentón. Cuento cinco venecitas negras. Extiendo codos. Me hundo en el intento. Vuelvo al piso. Estiro piernas. Ella pasa como una ola cálida y toma mi abdomen. Lo levanta sin peso. Giro la cabeza y observo su cicatriz. Traba la mano en la mía y suelto el borde. Me lleva. Viajo al centro del mar con los ojos cerrados. El viaje es rápido e incierto. Abro. Ella me suelta y se hunde en el océano hasta perderse. Me contraigo y empiezo a caer como punta de flecha nacarada. Caigo sin posibilidad, caigo lento. Trago cloro y sal. Escucho el eco de mi pulso. Sigo cayendo. Ahora el fondo es tierra arenosa que me contiene. Agua cálida que calma mi vientre. Desovo y subo a la superficie sostenida por una corona de chicos. Ya en la interfase, la medusa está a mi lado, mirándome. Limpia mi cuerpo con sus lenguas largas. Me alcanza una toalla y me envuelve. Caminamos hacia el vestuario. Recuesto mi cabeza en su hombro. Me siento segura con ella.
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El agua está más transparente que nunca, pienso mientras la medusa me lleva al centro y nos sumerge.
Una película brillante cubre el agua y entra por las fosas de mi cuerpo, que es blanco o gris.
La medusa tiembla. Parece invocar, mientras lo repite una y otra vez, mi nombre. El sonido se vuelve cóncavo en mis oídos. Ella me sorprende desde abajo con su manto y me cubre. Pasa lenguas sobre el cuello que se abre como lámina.
El cielo se ilumina de verde. Vuelan escamas doradas que caen suspendidas sobre el cloro. La medusa sacude con sus brazos el agua que estalla en el aire y nos levanta. Arranco con los dientes la piel desde el hombro y descubro piel verde y dorada. Caigo convertida. Vuelvo al mar.
Mini biografía de Lía Chara
Lía Chara vive en CABA. Es profesora de literatura. Da clases en escuelas públicas y talleres de escritura. Publicó Agua (2021) por ed. Rosa Iceberg. Algunos poemas fueron publicados en el suplemento Soy de Página 12.