por Adriana Del Vitto
De otro pozo
Habiendo muerto el rey y, ante la insistencia de su madre, la princesa salió a buscar un sapo. Tal como mandaban los cuentos, lo besó y lo convirtió en príncipe.
Tuvieron un principito y una princesa, la más bella que alguien pudo haber imaginado alguna vez. Sin embargo, no fueron felices ni comieron perdices.
El imperfecto beso inicial había dejado la metamorfosis incompleta y la rugosidad de la piel se fue haciendo cada vez más evidente en el rey, quien con su lengua devoraba cuanta presa estaba a su alcance en insaciable hambre de resentimientos.
Un día la princesa, convertida ahora en reina madre, descubrió que sus hijos comenzaban a teñirse paulatinamente de un color verduzco al tiempo que los genes batracios se plasmaban en desagradables verrugas.
Rompiendo entonces el final feliz de su cuento, a costa de todos los dolores, las miradas y las lenguas, se armó de valor y saltó del pozo-
Parricidio
Nunca me gustó el psicoanálisis. Sujetos incompletos, objetos que se caen, otros con minúscula, Otro con mayúscula, discurso y discursos, deseo, goce, lazo… “hay que matar al padre”…
Anoche llegué más temprano que nunca y lo encontré ahí, tirado en medio de las botellas empezadas. No pensé demasiado. Le partí una en la cabeza y me fui a dormir.
Ahora estoy en el móvil, les hablo de Freud y de Lacan. Ninguno me entiende. Me miran raro y me dicen que voy a envejecer tras las rejas.
Transgénicos
Lo primero que abandonó fue el pollo. Decía que las hormonas la trastornaban. Cuando se enteró del feetloft se alejó para siempre del asado, los bifes de chorizo y hasta las carteras y los zapatos de cuero.
Nunca militó, pero dejó la soja, el trigo, el maíz… No compraba ni frutas ni verduras perfectas, porque seguramente habían sido modificadas en su desarrollo…
Poco a poco se apartó de los amigos… el café la excitaba, el té la estreñía, la coca era un veneno…
La encontraron inerme en su cama… pequeña, frágil, consumida por su propio organismo, muerta de hambre.