por Noelia Ibáñez
“el rol maternal lo pueden encarar muchas personas de cualquier género en cualquier circunstancia. Y el cine disfruta con esa relación, porque es una unidad dramática interesantísima”
Pedro Almodóvar
El drama psicológico La hija oscura que se puede ver por Netflix, provocó en críticos y espectadores diversas emociones, alternadas con la idea del cuestionamiento a la maternidad tradicional. Veremos si es probable que tal cuestionamiento pueda surgir de esta película o es ella la que contiene los profundos cuestionamientos que la sociedad del siglo XXI se atreve a explorar a través de los actuales postulados feministas y contraculturales.
La magistral actuación de la británica Olivia Colman (The Crown, entre otras) hace de la primera película de Maggie Gyllenhaa una obra visceral, con una apuesta en el lenguaje cinematográfico de enorme calidad. Si bien el film está basado en la novela de Elena Ferrante, no entraremos en este artículo en la relación cine – literatura que merece un capítulo aparte. Simplemente diremos, a modo de pequeño consejo, que no deberíamos esperar que una obra literaria se traduzca en la pantalla, sino respetar las singularidades de cada expresión artística.
Sin duda, La hija oscura no es la primera película que cuestiona la cultura tradicional, patriarcal y conservadora, pero son estos tiempos lo que permiten que pueda verse y realizarse una película sin tapujos.
Para buena parte de las opiniones y de la crítica, es una película que muestra el lado b de la maternidad, el amor maternal “no romantizado” sino las exigencias del deber maternal. Pero podemos también pensar, a partir de la reconstrucción de la maternidad que hace la protagonista en un flashback con su propia vida, cómo se instaló desde tiempos pretéritos la doble opresión de la mujer, en tanto trabajadora y en tanto mujer, que el sistema en el que vivivimos alimenta como una de las herramientas para su sostenimiento.
Otras “oscuridades”
La maternidad en foco, bajo la lupa, en sus realidades cotidianas ha sido mostrada por el cine desde siempre en diferente matices que cumplen unas veces con las normas establecidas, otras veces con los formatos establecidos por el mercado cinematográfico y otras tantas con el deseo de poner en cuestión todas las problemáticas inherentes a la mujer- madre. Pero la maternidad, como opina Almodóvar, se puede encarar desde cualquier género. También, podemos agregar, desde cualquier circunstancia, fortuita o no, bajo cualquier contexto, deseada y no deseada, aunque sepamos que ésta última no debería ser la regla.
El director español incursionó en estas temáticas con películas maravillosas como Todo sobre mi madre (1999) o Tacones lejanos (1991). Ahora, podemos ver en la plataforma Netflix otra mirada de Almodóvar sobre la maternidad en Madres paralelas (2020). A través de una historia casi extraída de una novela televisiva, Almodóvar ingresa en el plano de la reconstrucción histórica tan cara a los españoles que fueron víctimas directas e indirectas de la dictadura franquista. No parece extraño este cruce entre la dramática historia de dos madres solteras que dan a luz el mismo día y en el mismo hospital, y las heridas abiertas de una historia española que se niega a ser enterrada. Es una película íntegramente “almodovariana” que nos invita a indagar en nuestras propias historias como sociedad y en nuestros miedos como individuos.