Lo que mata es la humedad por Daniel Cocchetti

Martha García Bardi de Ugarte fue profesora de Historia de la Música Argentina en el Conservatorio Nacional (hoy actual Instituto Universitario Nacional de Arte). Era viuda del compositor Floro Melitón del Sagrado Corazón Ugarte Rivero –“Florito” para ella- y cuñada del escritor, diplomático y político Manuel Baldomero Ugarte.

De contextura pequeña disimulada por sus tacos altos, con un cabello negro a rabiar, tez blanca, labios rojos que sostenían una boquilla que cada tanto retiraba para dar paso a una amplia bocanada de humo, se ganó el apodo – entre nosotros, atrevidos alumnos veinteañeros- de “Morticia” (Los más jóvenes pregunten a sus padres o abuelos quién fue este personaje).

No voseaba; tuteaba y con un marcado acento de Barrio Norte. Un día muy caluroso, que supongo cercano a los exámenes finales, al terminar la clase y fuera del aula me dijo: “Ven, que te voy a contar algo”. Fui todo oídos.

 “Un día como hoy, hace ya muchos años –no te voy a decir cuándo porque vas a saber mi edad- “Florito” tenía que entrevistarse con Arturo Berutti no recuerdo bien porqué tema. La reunión se venía posponiendo una y otra vez a causa de todo el trabajo que tenían, mayormente con la docencia. Pasaron los días, los meses y el encuentro no se concretaba. Llegó el verano en Buenos Aires y en el mes de enero pudieron coincidir con una fecha y horario. ¿Vas a ir con este calor? –le decía- pero él no quería postergar más la reunión. Debo aclararte que, por aquel tiempo, los hombres usaban el traje para cualquier actividad fuera de su casa. No podías vestir una camisa o remera como se usa ahora. Así salió, tomó el tranvía y llegó a la casa de Berutti. Tocó el timbre, se abrió lentamente la puerta y el autor de la ópera “Pampa” salió a recibirlo con el torso descubierto, en calzoncillos y con sandalias. Disculpe, Maestro, que lo reciba así, pero hace un calor insoportable –dijo. Mi marido entró, se quitó el saco, la corbata, la camisa, los pantalones y los zapatos: ¿Sabe qué? –le contestó- ¡Tiene Usted razón!”

A esta altura del relato, y de tamaña confesión en un mundo musical solemne hasta el hartazgo, quedé petrificado. “Sólo tú sabes esto” –concluyó mi profesora y se fue por los crujientes pasillos del edificio del viejo Conservatorio.

Imagen estacada: Retrato de Floro Ugarte por Daniel Cocchetti