Los muchachos de antes no usaban gomina

por Noelia Ibáñez

En este artículo continuamos con la indagación sobre la temática de tango, guapos y orilleros en el cine argentino.

 

 

Manuel Romero estrenó en 1937 Los muchachos de antes no usaban gomina basada en la obra de teatro original de Romero y Benard de 1926. Las actuaciones de Mecha Ortiz en el rol de la Mireya y Santiago Arrieta como Alberto Rosales sin duda evocan una de las mejores actuaciones dramáticas, sobre todo la de Mecha Ortiz, una actriz con una voz única y muchas veces fuera del marco delas formas de actuar del período.

La película inicia la historia en 1906 con la fiesta de cumpleaños 25 de un “niño bien”, Alberto Rosales con su familia y su novia, de la tradicional clase alta porteña y el amigo entrañable compañero de farras, Ponce apodado el “Mocho”. Rosales y el Mocho logran eludir la fiesta y se van a divertirse en lo de Hansen, un reconocido lugar de Palermo que efectivamente existió, donde se encontraban el baile, las barras de amigotes, los guapos y las minas de los guapos como también mujeres de mala vida como se decía entonces.

Esa noche Alberto Rosales quiere bailar con al Mireya, una mujer muy conocida en ese ambiente por haber sido una niña de buena familia y posición que dejó todo por ir detrás de un hombre, un mentado malevo, el guapo Ribera al que Rosales le quita entre comillas a su mujer esa noche retándolo con el cuchillo. Así, Alberto y Mireya comienzan una relación, él se recibe de abogado, deja a la novia con quien tenía el destino de casarse pero presionado por la familia y el qué dirán finalmente no se juega por Mireya en la vida como lo hizo en el baile y se casa con su novia.

Uno de los detalles es que Ponce será el encargado de hablar con Mireya y no el propio Alberto, para pedirle que no lo moleste y se olvide de que ellos existen, mandado por el padre de Alberto con dinero que ella rechaza enfáticamente. Y así Mireya tiene que volver a la vida “rea” a ser de uno u otro guapo, lo que muestra claramente el lugar de la mujer en la sociedad de la época y sobre todo el lugar de las mujeres más desprotegidas de un mundo de explotación y discriminación, como también muestra la realidad de la doble opresión de la mujer en un mundo capitalista y  a la vez la opresión que el patriarcado y las tradiciones morales ejercen sobre los propios varones.

El film continúa contando el destino de Alberto que tuvo dos hijos, que su esposa sueña con elevar cada día su status social y se la muestra como una buena mujer que no tiene más aspiraciones que ser la esposa de un abogado de buena posición.

Hay una escena en la que pasados los años, Alberto y Mireya se encuentran por casualidad en una fiesta que la sociedad de beneficencia de la que su mujer es parte ha realizado para recaudar fondos, Mireya está con una barra de amigos que destacan por sus comportamientos que nada encajan con el público del lugar y ella se retira para no comprometerlo. Cuando Alberto cumple 55 años, su amigo Mocho le dice que le va a regalar un tango que escribió en honor de la juventud que ellos vivieron.

No hay que dejar de ver esta película pero mi preferida es la versión que dirigió Enrique Carreras en la que se destaca la actuación de Rodolfo Bebán, el típico malevo de varios filmes y novelas, y también la de Susana Campos, nuevamente como en Hombre de la esquina rosada.

El 13 de marzo de 1969 Carreras estrena la remake de Los muchachos de antes no usaban gomina. La historia narra el amor entre los dos quebrado por la distancia de clase y los valores sociales volcados por el padre de Alberto quien le impone una carrera, una forma de vida y un matrimonio con una novia de su “misma clase social”. Lo que se pone en juego nuevamente en este contexto es la moralidad, los cambios a través de los años desde la época de los guapos y la reciente llegada del tango como “danza inmoral de malevos”.

No creo que sea una casualidad que se realizara esta película en pleno onganiato. De alguna manera Alberto, con los años va depositando su frustración en la educación de sus hijos y a pesar de encontrarla dos veces más en su vida a La Mireya, jamás se retoma esa relación que ha quedado anclada en la juventud. La narración, el guión, la actuación, la apuesta de Carreras constituye sin dudas una de las mejores películas del cine nacional.

La historia de esta película es la historia de esos amores que no pudieron ser y que así deben quedar, recuerdo ahora el cuento “Balada de la primera novia” del libro Crónica del ángel gris de Dolina que habla precisamente de eso,  la idealización es la marca que coloca esa historia imposible en un lugar de la memoria, del corazón pero el pasar de los años cambia a las personas y a los personajes y es inevitable que al detenerse en un momento de la vida, no pueda verse que el pasado es irreparable y ahí queda, como quedó París para Ilsa y Rick en Casablanca.