Las novelas de Hernán Isnardi “Sin nombre como la muerte” de 2011 y “Pájaros ciegos” de 2014 a las que se suma “Pájaro negro” reunidas para nuestro placer lector en la “Trilogía del ave” de 2021. Leer entendiendo la vida y vivir entendiendo la lectura. Una muy buena edición de La máquina del tiempo cuyo nombre corresponde también a la Revista que ha fundado en 1997 Isnardi para que, como en sus talleres de escritura, se siga creando literatura con inteligencia lectora.
He aquí nuestra apreciación.

Le fue poniendo nombre. Ingresando a la tierra. De la nada a la nada. Y en el centro lo que pudo ser una vida, lo que fue una vida, lo que es la vida. Algunos tienen esa suerte, esa voluntad. De la nada a la nada, viviendo. Otros no, o sí. Dependerá del protagonista de ese paso por lo que llamamos vida. De ese tiempo que rellenamos con definiciones, silogismos, teoremas.
Narrar desde la ausencia de lo narrado. No vida. No voluntad. No recuerdo. Pájaro negro cubre con su enorme ala a Sin nombre como la muerte y a Pájaros ciegos. Todos caminamos hacia el pájaro negro por diferentes senderos porque sabemos caminar todavía, nos acordamos de cómo hacerlo. Reconocemos los miembros inferiores como rincones de una ciudad identificada. ¿Qué es de esas acciones cuando no se puede responder a las órdenes que nadie ha dado?
Es posible escribir sobre la muerte cuando estamos cuidándola. De eso se trata la Trilogía del ave. Se van desgranando en cada página el lenguaje y su actividad creadora; el tiempo y su inexistencia; lo real en contraposición con lo normal; el miedo definido que a su vez nos salva; el olvido del olvido en el que no reparamos hasta que empezamos a olvidar. Y uniendo todo: la música, la literatura, el arte como las únicas genialidades que reconectan lo que se soltó y nos liberan de nosotros mismos. Los no nosotros solo definen y opinan sobre lo indefinible y lo inopinable. Es raro cómo quienes nunca conocimos -artistas, músicos, escritores- nos sostienen. No hay silencio en esta obra, aunque se nombre y se sufra. El lenguaje perdido se recupera en cada página.
Se dice en algún momento en la Trilogía que se deja de pensar, no después de leer a Isnardi. Se lee lo que se nombra, se escucha lo que se propone, se admira lo que se exhibe. Imposible quedarse en el hospital y en la miseria de esta vejez dolorosa por lo cercana porque a pesar de todo: “La vida siempre tiene el precio exacto de cada muerte (o al revés)” Hernán Isnardi, Pájaros ciegos, pág.154.