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«UN TAL SERAFIN»

Un tal Serafín

Juan Manuel Cuello
Temió por su vida y huyó en el primer barco que zarpaba del Puerto de Palos. Le había llegado la noticia de que un maniático había conseguido el financiamiento de los reyes católicos y reclutaba marineros para llegar a China por el otro lado. Fue aceptado con sólo presentarse y en seguida se ganó la confianza del capitán genovés. Si bien Serafín era de la región de Galicia, compartía con Cristóbal ciertas costumbres y formas de ver la vida. El miedo nos hace huir y el optimismo mirar al frente, solía decir. Cuando la tripulación comenzó a diezmarse mantuvo el espíritu de los que quedaban en alto y ya en tierra virgen regada de playas y sol, logró alejar los fantasmas del pasado y proyectó su futuro en un viaje hacia el sur del nuevo continente. Se topó con jesuitas que evangelizaban y contribuyó con sus saberes y experiencias en la conformación de ciudades, hasta que encontró una, bien al sur, que habían fundado algunas veces y la llamaban Santa María de los Buenos Aires. Ahí quiso quedarse y su espíritu aventurero quedó relegado. El nuevo Serafín era ahora un hombre respetado y que, debido a sus posiciones y criterios respecto a la corona, se había ganado la confianza de ciertos círculos y logias independentistas. Mantuvo algunos romances secretos, pero no tuvo descendencia. Eso le dio libertad y participó activamente en las revueltas de mayo y de julio. Su poder creció en las sombras y fue un artífice necesario en el desarrollo del país que lo había adoptado. Pero nunca olvidó a su Galicia natal, que dejó de extrañar cuando las inmediaciones del Puerto de Buenos Aires se llenaron de tanos y de gallegos que llegaban a matarse el hambre de la Europa arrasada por la guerra y la plaga. En uno de esos conventillos pintados de colores vivos, llenos de bullicio con acentos diferentes y sueños que habían quedado del otro lado del mar, aprendió a tocar la guitarra y surgieron algunos tangos y algunas milongas, y su nostalgia se vio reflejada en cientos de versos que muchas voces graves cantaron con gran pasión. El régimen persiguió a los artistas y luego de tantas luchas no se iba a rendir tan fácilmente, desde la clandestinidad desafió a los violentos, incluso a los clandestinos, y recorrió cada rincón de su patria pregonando la paz. A los insultos los respondía con cordialidad y a las injusticias con una oratoria y una fuerza interior inquebrantable, somos la vida, somos la paz, gritaban a su paso las multitudes y se ganó la confianza de todos, de propios y ajenos, y el sueño fue compartido. Fue tan grande el triunfo que todos juntos le dijeron a la violencia y a los violentos: ¡nunca más! Pero otros problemas fueron creciendo, y muchos de los que habían llegado con él, e incluso muchas de las nuevas generaciones, buscaron aquellos barcos para que los llevaran de regreso al viejo continente, ahora más próspero y más estable, pero no tan receptivo. Muchos se quedaron flotando en ese mar de esperanzas y muchos bajaron las banderas. Y una vez más Serafín, ya viejo y prácticamente sin fuerzas, publicó un mensaje en las redes que fue tendencia y que decía, el futuro es de quienes luchan por sus sueños, aquí y ahora.
Autor: Juan Manuel Cuello, de Chascomús, de la provincia de Buenos Aires, Argentina.
Cuento ganador del 1°er PREMIO en la Categoría Relatos del CONCURSO «Letras con Morriña» realizado por el Centro Lalín, Agolada Y Silleda De Galicia En Buenos Aires. Este certamen ha sido declarado en abril del 2021 de Interés Cultural de la Ciudad de Buenos Aires por «preservar el acervo cultural y los valores de los gallegos en argentina».
En la nota Crónicas feriantes XIV Feria del Libro de Chascomús pueden encontrar la entrevista a Juan Manuel Cuello en la mesa redonda virtual realizada por SADECH.