El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes o el camino de desodiar

por Milagros Moreni Nimer

 

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es un golpe en el medio de la cara, es el recordatorio de que lo que más nos duele no termina nunca, ni siquiera con la muerte. Es, también, la disección perfecta de la desgracia con la que algunos conviven desde que nacen, como aquellos a los que nunca nadie los ha querido, ni siquiera quienes debían hacerlo.
Aleksy es un enfermo psiquiátrico y nadie podría pedirle menos. Las ausencias lo acompañaron toda su vida y, aunque no lo mencione él, sobrevuela la idea de que esta realidad no será distinta algún día.
Una novela de capítulos cortos, tan cortos que algunos sólo son una oración. Unidos podrían ser una poesía.
La autora de la obra es Tatiana Tibuleac, una moldava quirúrgica para describir el descariño, tal vez por eso Aleksy dice que le ha tocado «una madre de segunda mano» y que ha sido un niño que ha crecido «toda la vida sin amor».
El tiempo de aquel verano en un pueblo francés está descrito como con un sello. Dice Aleksy, por ejemplo, que cuando su madre le anunció que moriría «el día empezó a coagularse en ese mismo segundo».
Hay algo más, un verbo, una acción o, al menos, una intención que enhebra el relato, que enhebra la vida: desodiar.
Tatiana Tibuleac es una escritora y periodista rumana. El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es su primera novela y fue publicada en 2016.